Durante la segunda quincena del mes de abril tendremos el honor de exponer en nuestra sala la muestra “Magnolio” del cacereño José Gozalo.

Sobradamente conocido en la escena artística cacereña, no en vano es desde 1991 el profesor de dibujo de la Escuela de Bellas Artes “Eulogio Blasco” de Cáceres, como dibujante y pintor ha realizado exposiciones, pinturas murales, esgrafiados y frescos y su obra ha sido avalada y premiada en multitud de certámenes entre los que cabe citar  el Premio Nacional de Dibujo Ciudad de Tomelloso, El Certamen de Dibujo “Gregorio Prieto” o el Salón de Otoño de Plasencia entre muchos otros.

El autor nos trae esta muestra tras pasar por el espacio expositivo del Hotel Ágora de Cáceres, en el espacio podremos contemplar además algunas piezas inéditas aún. Podríamos decir que Magnolio es un estudio pictórico de un árbol, pero nos quedaremos sin duda, muy cortos. José comparte con este ejemplar un vínculo especial a través de su ventana, una relación que ha forjado y plasmado día a día donde ha reflejado a través de los colores, la luz y el movimiento de las hojas las personalidades de ambos.

José escribe y describe esta relación en las estas líneas de “Diario de un dibujo”

MAGNOLIO

29 marzo

Dibujar para desentrañar mecanismos,  hacer nuestra la forma.

Las ramas serpentean en cada nudo, en cada esfuerzo de parir otra rama, generando una herida.

Cualquier dirección no vale y uno se vuelve exigente…repito tres y cuatro veces el trazado, la trayectoria de un segmento de rama, cuando daría igual, pero el árbol ha tenido la voluntad de crecer de esa manera…

30 marzo

La inclinación de algunas ramas difiere de la de ayer, ¿me habré colocado en el sitio?. Ahora cambio la orientación del tablero por el sol…es inevitable pensar en Antonio López cuando se tomaba tantas molestias para fijar la posición, en “ El Sol del Membrillo”, salvando  todas las distancias, claro.

Si me hubiera colocado más lejos muchos problemas se habrían simplificado, ahora el planteamiento es qué desechar, qué conservar, cuando estamos arropados dentro del árbol.

1 abril

Las hojas inevitablemente ocultan mucha información, pero desde el principio “están allí”, y convierten la seguridad de las ramas en una estructura sentida, secreta…

Dibujar del natural te da la posibilidad de escudriñar tras las hojas, desvelando el armazón de ramas ocultas, para poner cierta lógica en el caos aparente… a toda costa buscamos acumular información para ganar en seguridad, para establecer un patrón de trabajo…y salgo a contar las hojas de cada penacho…

2 abril

¿Qué nombre habría que ponerle a la nervadura central, que nunca se comporta como el eje de simetría de cada hoja?

El tronco permanece oscuro y mojado. Las hojas se van secando y reflejan con un brillo de cuero la luz difusa del atardecer. 

Los penachos se singularizan más a la izquierda, mientras que a la derecha el caos se acentúa…hay más presencia del envés de las hojas, como si todo hubiera girado, y esta mitad del árbol empieza a recortarse sobre el horizonte, sobre el cielo, como un conglomerado reticular, oscuro y sordo. 

Salgo otra vez…el brillo tenue y la oscuridad reemplazan a los infinitos verdes; desprovisto de la carga semántica del color, como el origen de aquel apodo familiar que se perdiera en el curso de generaciones, el magnolio parece más indefenso, y ahora que las ramas bajas se sumen en la penumbra, me pregunto qué otra cosa era más importante que haber estado dibujando ante él, estos años de atrás.

Arriba pasan rápido las nubes equinocciales, cargadas de agua.

5 abril

La luz del sol, ahora persistente, ilumina a través de las hojas, y el marrón del envés se torna de un verde vivo por algún perverso fenómeno de interferencia que transforma por completo el fondo oscuro de ayer: los tres o cuatro bloques o planos de profundidad parecen ahora idénticos, si no es por el gradiente infinitesimal de proximidad, hoja a hoja…

Sin duda todo un placer de los sentidos esta muestra que se inaugura el viernes 13 de abril a las 21:30, entrada libre.